El maquillaje y el color



El maquillaje es uno de los tratamientos que más satisfacción inmediata produce tanto a la profesional como a la clienta. Responde a la necesidad innata que tiene el ser humano de modificar su propia fisonomía y de presentarse ante los demás de acuerdo con unos cánones de belleza preestablecidos.
Desde las civilizaciones más antiguas ha ocurrido así. De esta forma si repasamos la historia del maquillaje y la peluquería vemos como corresponden en gran medida a esta necesidad mencionada, pero también está relacionado con el poder económico de la cultura del momento. Así, cuanto más prósperas, más cuidado se otorga al cuidado personal del individuo, mientras que en periodos de hambruna o guerras queda, como es lógico, relegado a un segundo, tercero o cuarto plano.
El truco de magia del maquillaje es jugar con las luces y sombras, con los colores y del sentimiento que despiertan en nosotros. Desde que tenemos conciencia de nosotros mismos como civilización, nos han influido y hemos ido incluyéndolos progresivamente a nuestros hábitos y costumbres diarias.
El hombre primitivo, y estamos hablando de hace más de 20.000 años, ya utilizaba colores minerales para representar su vida y lo que le rodeaba. Para ello eligió de entre los colores que la naturaleza le ofrecía las tierras rojas brillantes, los ocres pardos y violáceos. Así hemos conocido representados bisontes, jabalíes y caballos.
Pero ya entonces asociaron el color con los símbolos. Así, tenemos constancia de que los pueblos orientales, hindúes, árabes y africanos pintaban sus cuerpos para ciertas celebraciones, generalmente de tipo religioso. ¿Podemos hablar ya de maquillaje?

Cleopatra
Seguramente no porque nos falta la parte de embellecimiento que encontramos ya en otra civilización que todos conocemos por su prosperidad y conocimientos: los egipcios. Aunque nuestros antecesores primitivos pudieran encontrarse más guapos con sus arcillas corporales, lo cierto es que las pinturas que encontramos en los restos arqueológicos de Egipto nos muestran una intención mucho más clara de resultar hermosos y de protegerse. Además el número de tonos usados crece: rojos, blancos, verdes y el negro carbón son utilizados junto con los ya mencionados.
En Grecia y Roma, los primeros naturistas griegos establecieron los principios de una “ciencia cromática” donde se señalaban como colores fundamentales el rojo, el verde, el blanco y el negro. Para ellos, todos los demás eran mezcla de éstos.
María Antoñeta
Durante la Edad Media, el color realmente pasa a ser un gran símbolo, no tanto relacionado con la belleza sino con la religión. El blanco simboliza la luz de la creación, el negro la oscuridad y las tinieblas, el amarillo y el oro la gloria, el rojo el infierno.
Pero llega el Renacimiento y con él se rompe el encorsetamiento formal. Los colores se hacen menos brillantes y, por tanto, más naturales. En las pinturas de la época podemos verlo no sólo en los ropajes de los protagonistas, sino también en los afeites utilizados por damas y caballeros de la época. La carga simbólica se relaja.
Del S. XVI a la actualidad, la progresión de la utilización de los colores tanto en maquillaje como en moda ha sido tremenda. La cantidad de tendencias y los cambios de gusto, hace que se pase de unos a otros con rapidez. En periodos optimistas y alegres se emplearán colores calientes, vivos, con contrastes. En periodos opresivos o tristes, fríos y con poca variación.
Actualmente, más que el simbolismo del color, interesa su percepción. Un mismo color bajo distintas condiciones de luz, entorno o accesorios puede llegar a ser completamente distinto. De ahí la importancia de dominar la teoría del color y también la ocasión en la que lucirá un trabajo. También hay que tener en cuenta el tono que se utiliza al lado. El negro sobre rojo nunca quedará igual que sobre azul y podemos dar un carácter agresivo o incluso envejecido sin pretenderlo.
Un mundo ilimitado que explorar a nuestro alrededor donde todo nos sirve de modelo. ¿Cómo combina la naturaleza sus colores? ¿Y la urbe? ¿Qué tonos nos ofrece un amanecer? ¿Cuántos blancos conoces? ¿Qué nos transmite todo esto? Obsérvalos todos con nuevos ojos e incorpóralos a tu trabajo como maquillador o estilista. 
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