Criticar a la competencia rebaja a la persona que lo hace, pero si la crítica va contra la empresa en la que uno trabaja o, peor aún, contra un compañero, afirmo que ese vendedor nunca conseguirá ni el aprecio ni la confianza de cliente alguno.
El pasado domingo nos ocurrió en un restaurante. Llegamos, dijimos que teníamos mesa reservada y el camarero nos señaló tres para que decidiéramos por la que más nos gustaba.
Después de haber solicitado la consumición y unas tapas de acompañamiento, apareció otro camarero para indicarnos que había sido él quién nos había reservado la mesa y que se le había quedado vacía. Le pedimos disculpas, aclarando que habíamos seguido la pauta de un compañero. Y entonces, comenzó a criticar al mencionado compañero tildándole de ignorante y de no saber hacer su trabajo y cuánto le había perjudicado por ello. No sintiéndose satisfecho con su perorata, que a nosotros, los clientes, nada nos importaba, añadió que habláramos con la dueña para que quedara claro lo mal que lo había hecho el otro y lo bien que se estaba portando él al informarnos y quedarse con una mesa vacía.
Le dijimos que lo sentíamos, que no pretendíamos causar mal a nadie, pero que terminaríamos nuestro almuerzo en el lugar en que estábamos ubicado y que en los asuntos internos de un establecimiento no tenían porqué intervenir los clientes.
Asumir responsabilidades genera confianza y respeto en nuestros clientes, ellos quieren soluciones, todo lo contrario que involucrarlos en nuestras disputas internas.
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